***El siguiente blog fue escrito por una administradora de "LA BODEGA DE ESTRANY", nuestro blog invitado***
El día en que José Delgado se perdió de una primicia
Lo que les voy a contar es casi de un caso de esos que atendería José Delgado. Pero no. Simplemente, es una escena de robo que sucedería en cualquier punto de la ciudad, cualquier día y por cualquier canal. Era sábado, hasta recuerdo la fecha: 27 de agosto; último día de exámenes y yo estaba muy feliz. Como nunca salimos un poco más temprano de lo habitual, que sé yo tipo 6:15 am, en dirección a la estación de la Metrovía. Mi madre me estaba llevando con una utilería que era necesaria para el último examen en el que debíamos hacer un performance y obviamente yo llevaba mi bolso. Para mí, mi bolso es una extensión mía; mi mundo privadísimo y la mayor fuente de comprobación que tengo un desorden obsesivo compulsivo. En mi cabeza jamás había pasado la idea: ¿qué pasa si me roban? O mejor dicho ¿qué pasa si me roban EL BOLSO? Jamás de los jamases, never de los never. Yo, hasta el día viernes era una persona normal con un bolso respetable e intocable.
Llegando a la calle Dolores Sucre y mientras mi mamá me estaba conversando y yo leía a Sofía en su mundo de papel sucedió algo que cambiaría la estabilidad emocional de mi vida y la de mamá, y mi bolso. En mis notas mentales escribía al Barroco, el Manierismo y un poco de corrientes artísticas con el fin de sacar 10 en Estética #epicwin. De repente (#chachachaaan) vimos un Nissan Sentra color aceituna pasar a nuestro lado. La mente humana es una montaña rusa de hipótesis; nuestra ciudad es un caos, es un maldito caos; ya no confiamos ni en nuestro suspiro. Por eso, mi madre me dijo desde su experiencia: Pakita, son ladrones así que apresuremos el paso. Les soy sincera, en ese rato ya estaba harta del Barroco, del Rococó y ahora mi madre me pide que apresure el paso, ¡no way! Obviamente, manejé el sistema de hipótesis: 1) es un carro común y corriente, 2) los ladrones andan en manada, ahí solo hay 3 hombres, 3) es sábado, 6:15 ¿qué tiro?, 4) no, no son ladrones.
Finalmente, me hice de la idea número 4. Los tipos viraron en una esquina y andaban haciendo simulacro de cualquier otra acción. Cuando nosotros pasamos cerca de ellos, el carro tenía las direccionales prendidas y confirmamos la sospecha de mi mamá. Pero, sin embargo se borró inmediatamente porque el tipo que salió del carro se veía muy normal. Aclarando, “normal” no el sentido estético, sino en su actitud porque su cara bastaría para hacerle un identikit en el FBI, CIA o cualquier agencia de seguridad sobrenatural. Empecemos con los estereotipos: era de raza negra, de mediana estatura, la cara cortada por todos los lados, vestía con chaqueta y pantalón jean. ¡Ah! Y tenía gorra (6:15 am, ¿cómo puede usar gorra?). Este hombrezuelo, amigo de lo que no es de nadie tranquilamente llegó a donde estábamos y nos saca una pistola de su bolso. Amablemente nos dice: ¡DAME TODO, CHUCHA TU MADRE SINO TE DOY UN BALAZO! Para serles sincera poco y me faltaba estar en una valla publicitaria de pañales ya que sentía miedo, pero más que miedo al tipo era miedo a lo que le podía hacer a mi madre. Ella valientemente le dijo que no le daríamos nada porque eran más que libros y utilería tonta. El tipo nos dice: ¿QUÉ? ¡ACASO NO ME ESCUCHASTE, CHUCHA TU MADRE, QUE ME DES PLATA O ALGO O SINO TE MUERES AQUÍ MISMO! La verdad es que no le iba a dar mi bolso por las razones antes aclaradas pero tampoco quería un balazo.
Ya que la cosa se les estaba poniendo un poco color de hormiga, le pidió ayuda al compinche. Éste se encargó de tocarme. ¡Qué horrible!, primero que considero absolutamente asqueroso ponerme en contacto físico con otro PH que no sea el mío; me da tanto asco y segundo porque se notaba a leguas que en mi pantalón no había nada. Mamá no se dejó quitar la utilería para el performance, simplemente me arrancharon el bolso y se fueron corriendo.
Recuerdo que lo único que me dejaron fue el cuaderno de Estética y las ganas de llorar reprimidas. Ese día me tocó debatirme entre el resquebrajamiento emocional y la fuerza mental. Fue terrible. Fui a la universidad con una pluma y el cuaderno a dar el examen. Era la primera vez que me sentía desnuda de todas las formas posibles: se me había borrado todo lo que había estudiado y no tenía nada mío.
Aunque muchos digan que la experiencia de ser asaltado es algo que se te puede pasar “porque lo material lo recuperas fácilmente”, no lo creo así. Sabes que es tuyo, que te costó a ti, que te has apegado a tal objeto. Lamentablemente, los seres humanos somos animales de costumbres y cuando finalmente te has acostumbrado a tener en tu marco natural algo que sabes que lo conseguiste durante un proceso que también te asumió sacrificios obviamente te vas a sentir pésimo. La delincuencia es una manifestación de que estamos involucionando día con día; que es cada vez más utópico eso de “mi libertad se termina cuando empieza la del otro”. Todo es mentira, porque sí así fuera una banda de tres o más no te quitarían lo que por obvias razones te pertenece.
Quedan vestigios de una raza humana extinta de los “buenuscorazonusamablus” ya que el mismo día me llamó una familia a decirme que habían encontrado mis libros, cuadernos, carpeta y otras cosillas al pie de su casa.
¿Qué les recomiendo? Aunque sea idealista y un poco idiota, cómprense un gas pimienta y en lo posible dejen de creer que la ciudad es el territorio ideal. Es tierra indómita donde quizás nos aparezcan unos cuantos trogloditas a reclamar algo que jamás les ha pertenecido.
Ya que la cosa se les estaba poniendo un poco color de hormiga, le pidió ayuda al compinche. Éste se encargó de tocarme. ¡Qué horrible!, primero que considero absolutamente asqueroso ponerme en contacto físico con otro PH que no sea el mío; me da tanto asco y segundo porque se notaba a leguas que en mi pantalón no había nada. Mamá no se dejó quitar la utilería para el performance, simplemente me arrancharon el bolso y se fueron corriendo.
Recuerdo que lo único que me dejaron fue el cuaderno de Estética y las ganas de llorar reprimidas. Ese día me tocó debatirme entre el resquebrajamiento emocional y la fuerza mental. Fue terrible. Fui a la universidad con una pluma y el cuaderno a dar el examen. Era la primera vez que me sentía desnuda de todas las formas posibles: se me había borrado todo lo que había estudiado y no tenía nada mío.
Aunque muchos digan que la experiencia de ser asaltado es algo que se te puede pasar “porque lo material lo recuperas fácilmente”, no lo creo así. Sabes que es tuyo, que te costó a ti, que te has apegado a tal objeto. Lamentablemente, los seres humanos somos animales de costumbres y cuando finalmente te has acostumbrado a tener en tu marco natural algo que sabes que lo conseguiste durante un proceso que también te asumió sacrificios obviamente te vas a sentir pésimo. La delincuencia es una manifestación de que estamos involucionando día con día; que es cada vez más utópico eso de “mi libertad se termina cuando empieza la del otro”. Todo es mentira, porque sí así fuera una banda de tres o más no te quitarían lo que por obvias razones te pertenece.
Quedan vestigios de una raza humana extinta de los “buenuscorazonusamablus” ya que el mismo día me llamó una familia a decirme que habían encontrado mis libros, cuadernos, carpeta y otras cosillas al pie de su casa.
¿Qué les recomiendo? Aunque sea idealista y un poco idiota, cómprense un gas pimienta y en lo posible dejen de creer que la ciudad es el territorio ideal. Es tierra indómita donde quizás nos aparezcan unos cuantos trogloditas a reclamar algo que jamás les ha pertenecido.
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Por Silvia Hidrovo
yo tambien fui victima de un asalto a 3 cuadras de lo que le sucedio a pakita, y ahora vivo con miedo, sobretodo de los hombres en motos, porque asi fue como me robaron.
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